Grillos

GRILLOS

 

El ciclo reproductivo de los grillos presenta tres fases diferenciadas: huevo, ninfa y adulto.

Las ninfas son los individuos que eclosionan de los huevos y son muy parecidos a los adultos excepto por su tamaño más reducido, la ausencia de alas y su inmadurez sexual. El ciclo se inicia con el apareamiento.

Los grillos adultos presentan dimorfismo sexual, es decir, diferencias morfológicas en función de si son machos o hembras. Los machos son más pequeños que las hembras, y al final del abdomen poseen dos pequeños apéndices.

En cambio, las hembras son de mayor tamaño y presentan al final del abdomen un tercer apéndice bastante largo (puede llegar a medir hasta 2 cm) conocido como ovopositor, y que usan para inyectar los huevos dentro de la tierra.

Los machos atraen a las hembras mediante un canto que realizan frotando las alas.

Este canto aumenta de intensidad con la temperatura, por eso en noches calurosas podemos oír este tipo de reclamo con más claridad. Cuando la hembra encuentra al macho se produce un breve cortejo entre ambos y a continuación la hembra monta al macho y se transfiere un espermatóforo (saco lleno de esperma creado por el macho) al orificio genital de la hembra.

De este modo, el esperma viaja a través del oviducto y se instala en la espermateca (saco donde la hembra guarda el esperma). Una sola hembra suele aparearse con varios machos en una misma noche. En cuanto termina el apareamiento las hembras dedican todo su tiempo a alimentarse y poner huevos. La puesta la realizan inyectando los huevos en el interior de la tierra mediante el ovopositor.

Una sola hembra puede llegar a poner unos 200 huevos a lo largo de su vida. La incubación de los huevos suele darse en unos 14 días y cuando eclosionan aparece una ninfa. Las ninfas alcanzan el estadio adulto tras unas 8-10 mudas, en las cuales, les aparecerán las alas y las hembras desarrollaran el ovopositor. El ciclo entero suele darse en unos 3 meses.

Los grillos son animales omnívoros que pueden comer casi cualquier cosa.

En la naturaleza se pueden alimentar de plantas, semillas, frutos o de otros insectos (preferentemente vivos, pero si tienen mucha hambre también muertos). En las casas pueden comer de todo, incluso ropa (lino, pieles, lana, seda…) o papel.

La principal molestia de este animal en las casas es su canto en la noche.

El grillo doméstico (Acheta domestica) suele vivir en el exterior, por ejemplo en zonas de basuras, pero frecuentemente se puede introducir en casas durante el otoño quedándose indefinidamente en ellas. En las casas se suelen esconder en grietas o agujeros oscuros y calientes. Suelen mantenerse cerca de las chimeneas, en cocinas y en sótanos.

El grillo de campo (Acheta assimilis) también vive en el exterior pero frecuentemente también invade casas, alimentándose de basura y de una gran cantidad de materiales textiles. Prefieren las zonas de pastos a las viviendas, pero se introducen en ellas cuando las condiciones del exterior son desfavorables (frío, calor o lluvias frecuentes). Les suelen atraer las áreas iluminadas durante la noche. Ocasionalmente, pueden afectar los cultivos de maíz, trigo, judías, alfalfa o de otros vegetales por alimentarse de ellos.

Cómo prevenir que los grillos se introduzcan en las casas?

Los grillos se introducen en las casas por agujeros y grietas de las paredes o las ventanas. La mejor forma de prevenir su introducción en las viviendas es sellar cualquier agujero o grieta por la que puedan colarse.

En el exterior es importante eliminar cualquier zona que pueda ser usada por estos insectos para vivir o esconderse durante el día, que es el período durante el cual los grillos descansan. Para ello, cortar el césped frecuentemente o eliminar zonas de desechos o basuras puede ser de gran utilidad.

Los grillos se sienten muy atraídos por el olor de la basura, por lo que eliminar estas fuentes de atracción puede evitar que se acerquen a las viviendas y que se acaben instalando dentro.

En el caso de los grillos de campo su gran atracción por las zonas iluminadas durante la noche hace que suelan encontrar fácilmente las casas en las que posteriormente se acabaran introduciendo.

Para evitarlo, una solución es apagar las luces durante la noche, o bien, usar luces anaranjadas o rojas, ya que los insectos no pueden ver la luz emitida en el espectro del infrarrojo (por encima de los 550 nanómetros de longitud de onda).